Paseo por el barrio




Paseo por el barrio disfrutando de mis tres últimos días de libertad bajo fianza. Contemplo como nunca la belleza de las calles. Cómo no supe ver la belleza de estos edificios VPO rojos o naranjas, según le dé al solsticio. Escucho a mis espaldas ´por favor, una ayudita` y compro mi primer periódico La Farola. ¡Cuánta literatura se escondía en esos editoriales! Entro al  supermercado, pago al contado y no robo más latas de sardinas picantes ni queso de cabra. Beso las manos de las cajeras y piropeo su flamante manicura francesa que esculpe el puto chino del bazar que dicen que se comió a mi perrito pabloescobar en rolitos de primavela. 

Vuelvo al hogar y acaricio los bonsáis de la presidente de la comunidad, los mismos que antes marchitaba con mi tacto. Lanzo la vista al cielo. Me conmuevo con el juego de los gorriones. Agradezco esos cuatro helicópteros que vuelan zumbando en torno mío. Al fin y al cabo es por la seguridad de nuestros hijos, me digo. 
Contemplo las ventanas de los edificios. Imagino las tiernas historias de amor que acontecen en esas habitaciones. Y lloro, lloro de felicidad por lo bien que está hecho el mundo.

De repente, dos jóvenes se asoman a una terraza.

Se besan y se acarician con juventud y libertad.

¡Qué coño hace mi hermana con mi colega el Pako Loko¡

Saco mi pistola. 

Disparo con lágrimas en los ojos. 

Vuelta a la cárcel antes de tiempo.

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